viernes, 27 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 5


Había llegado el día, el gran día, posiblemente el último. Entrar de nuevo a la Medina no había resultado en exceso difícil. Anwar nos había procurado una entrada segura, a través de las viejas ruinas de una antigua ciudad de paso árabe. Al parecer la entrada era tan antigua como la misma Medina y, al haber sido abandonada la ciudad, también su entrada había sido olvidada. No había peligro de que alguien la recuperara, pues nadie se dedicaba ya a estudiar los viejos libros de historia, perdidos en el remoto pasado de la sociedad que había sucumbido a la racionalización absoluta.

Nos encontrábamos de nuevo en la casa de Anwar, seguros de que no nos buscarían allí. Nos habíamos vuelto despreocupados, dejando todo en manos de nuestro destino, si de verdad nos aguardaba alguno. Ni nos gustaba la idea del asesinato, ni nos parecía probable que volvieran a buscarnos allí. Vigilar la casa no era una opción para ellos, ya que llamaría demasiado la atención y podría cundir el pánico entre la población, lo cual podría acarrear graves consecuencias tanto para el sistema como para el anonimato de la ciudad (una rebelión subterránea no perecía que pudiera pasar desapercibida arriba). 

Teniendo todo esto en cuenta, nos lo tomábamos con tranquilidad, terminando de matizar la estrategia, que era realmente fácil. Habría que actuar con rapidez. El momento de entrada en escena sería en un par de días, justo antes de la boda del que iba a heredar el poder, ya que después del enlace no le podría ser negado dicho poder. Intentaríamos conseguir quedarnos con él a solas, para no crearnos más problemas. Nuestra mejor arma era mi condición de descendiente real, aunque no estábamos seguros de que esto fuera a ser precisamente un salvoconducto. En definitiva, nuestro magnífico plan consistía en colarse en palacio y rezar a lo que quiera que sea que pueda estar en el más allá por no tener más problemas de los estrictamente necesarios. Ahí radicaba nuestra otra ventaja, habiendo pasado más de la mitad de mi vida en ese palacio, conocía cada rincón, cada recoveco, cada pasadizo. Iba a convertirme en un intruso en mi propia casa… y lo más extraño es que la idea no me disgustaba del todo.

Sahira, como no podía ser de otro modo, se empapaba de información en libros. De hecho, se sumergía entre las páginas y las letras de una forma casi instintiva y enfermiza. Sin apenas descanso, pasaba de libro en libro, como si quisiera absorber todo aquel conocimiento antes de formar parte del mayor plan conspiratorio de la Medina, y como si no existiera una realidad ajena al mundo en papel.

Anwar se pasaba los días yendo de un lado para otro, inquieto, por toda la casa. Sinceramente, parecía el fantasma aburrido de un hombre casero cualquiera. Más que nerviosismo parecía que fuera incapaz de estarse quieto siquiera dos segundos, parecía más bien que estuviera sufriendo un ataque de hiperaburrimiento y no supiera qué hacer con él.

Yo… bueno, yo sólo pensaba en la misión. Creaba y recreaba todas las posibilidades y formas de escapar con vida de allí. No me preocupaba mi vida, al fin y al cabo hace ya demasiado tiempo que estoy condenado, sino la de mi amigo y en especial la de Sahira, que hacía de Caperucita metiéndose de lleno en la boca del lobo.

Pero ya había llegado el día y nos situamos los tres frente a la puerta, completamente quietos, sincronizando nuestra mente como si fuéramos un único ser. Debíamos coordinarnos perfectamente si queríamos que funcionara, y nada queríamos más que aquello en ese momento. No habría segundas oportunidades, ni nos seguiría nadie en nuestra kamikace cruzada. Todo dependía de nosotros y la situación no daba cabida a “intentos”, se trataba de un asunto a vida o muerte… o algo peor que la muerte.

Sahira, en medio de los dos, abrió la puerta… ALLÁ VAMOS

1 comentario:

  1. Un capítulo publicado desde la tierra que vio nacer a Rafael... ¿fuente de inspiración para los próximos capítulos? Seguro que de algo se impregnará la narración, del color de su otoño, del aullido del viento, de sus calles de muerte y resurrección.....

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