sábado, 3 de febrero de 2018

Elpimanía


Ha salido tres veces, tres veces ha vuelto a entrar. Ha atravesado tres umbrales diferentes, un precio, cada vez un nuevo sacrificio rendido al cambio de mundos. Tres veces se ha adentrado en la vida, en la jungla, en el océano, en el vasto cielo, para volver tres veces a las profundidades, el desierto, la noche, la nada.
Se puso la vez primera la esperanza por abrigo, embutiendo en ella sus miedos, haciéndolos perecer entre una blanda capa de sueños. Volvió para descubrir que se habían aferrado a los retales de realidad que colgaban de sus ojos.
Salió luego con un espejo, hijo de la vieja épica. Ningún monstruo detendría sus pasos, ninguna luz quemaría su piel, nadie alzaría su espada contra su propio reflejo. Volvió con nuevos hilos de realidad enredados en el resplandeciente escudo, nuevos miedos asomando desde el afilado borde, un reguero escarlata a sus espaldas. Ya no verá más que el reverso del cielo, no habrá más mundo que el de la sombra. 
Una tercera incursión, la última, el retorno definitivo. ¿Cómo escapó? Nadie lo sabrá. Volvió sin sus miedos, sin su escudo, sin las sombras y los hilos. Conserva los sueños, pero ha pagado con la palabra. Nadie sabe lo que ven sus pupilas opacas, que ha dejado encerradas en la caja de Pandora.

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