miércoles, 16 de marzo de 2011

I

EL CUADRO DE LAS FLORES DESCOLORIDAS

Una habitación vacía. Años de universidad para encontrarme con esto, una habitación vacía donde deberé pasar los próximos... ¡¿quién sabe?! Pueden ser los próximos cincuenta años. La verdad es que la cosa no pinta nada bien, esto no se parece a lo que, según las pelis, debería parecerse un piso de recién independizada.

Mi sueño desde niña siempre había sido ser detective. De pequeña no hacía otra cosa que esconder cosas por toda la casa y luego hacer como que las buscaba. Hasta hace un par de años aún recibía alguna llamada de mis padres diciéndome que tal muñeco que se suponía había perdido, o aquel otro collar que había desaparecido, habían sido descubiertos en el salón o la cocina. Pero la vida da muchas vueltas, demasiadas, y no siempre acabamos en el mismo punto de partida. Yo, por ejemplo, pasé de detective a arqueóloga y de ahí a química que era la única ciencia que me resultaba algo atractiva. La vida te va dando pequeños toquecitos en distintas direcciones... y los padres te van dando grandes empujones para llevarte al camino que creen correcto. No es que esté mal, no lo hacen con mala intención, pero esos empujones pueden llevarte a donde yo estoy ahora mismo, en una habitación vacía preguntándome con qué demonios la voy a llenar. Claro que no es sólo una habitación, también hay un salón, una cocina, un baño y otro cuarto, todo del tamaño de una casita de muñecas, para el compañero que va a venir a vivir conmigo. Si, un compañero. Yo quería una chica pero es que ni con eso tengo suerte, al parecer todo el mundo estaba ya “emparejado” y disfrutando de la vida en un piso compartido, así que puse un anuncio en Internet y el único que respondió fue este tal Francisco. Debía de estar en la misma situación que yo, ya que tenía incluso el piso buscado pero no podía pagarlo y se puso a buscar por la red... hasta que me encontró a mí. Más o menos eso es todo lo que sé de él por los correos que me ha mandado.

Suena la cerradura, debe de ser él. Me asomo al pasillo y veo a un chico más o menos de mi edad, moreno, no demasiado alto, en fin, sin nada que destacar. Lleva una maleta enorme, creo que se ha traído ya la casa incorporada. ¿Qué hace? Acaba de dejar la maleta y va de un lado a otro del salón. Se para. Vuelve a coger la maleta. Se dirige hacia su cuarto. Hum, qué tío más raro. Supongo que tendré que presentarme. Voy poco a poco, despacito y con sigilo hacia su habitación. Me asomo a la puerta, el muy pánfilo está mirando por la ventana. Se gira.

- ¡Hola!  Tú debes de ser Helena, ¿no?
- Y tú Héctor, supongo. Encantada.

Nos damos dos besos.

- Exactamente, como el héroe troyano. Qué casualidad, ¿no?

Ja, ja, ja, pero qué salero tiene aquí el amigo. Algo me dice que no vamos a pasar mucho tiempo juntos.

- De acuerdo, Héctor, ¿me puedes repetir a qué te dedicas? Lo siento, pero tengo una memoria un poco traicionera.
- Me lo creo, no te acuerdas ni de que no te lo he dicho… la verdad es que por el momento me gustaría guardarme esa información.
- Ah, bueno. Pues yo trabajo en una empresa farmacéutica, por si te sirve de algo el dato.
- Gracias por la información, siempre es bueno conocer cosas sobre tu compañera de piso. Por cierto, he hecho una lista de horarios y tareas... no sé si estarás de acuerdo con ella.

Ay, madre... A ver que nos trae aquí. Ah, bueno, me ha dejado lavar los platos y hacer la compra, eso y limpiar mi cuarto, claro. Hum, pues vale, de vuelta a mi territorio.

Miro por la ventana. ¡Un cementerio! Nota mental: antes de acceder a vivir en un piso, hay que mirar a dónde dan las ventanas de todas las habitaciones. Sólo espero que no haya muchos ruidos por la noche para recordarme a mis “animados” vecinos. No tardo mucho en colocar lo poco que he traído conmigo. Desafortunadamente aún no tengo cama donde tumbarme a la bartola. Sin embargo sí que tengo una minicadena, cutre, pero que funciona, y unos cuantos discos de música. Pongo mi recopilación de los Beatles. Sé que son viejos, pero sus canciones siempre me animan. Ya suena la primera. Me pongo a mirar por la ventana. Mañana iré a comprar cuantos muebles pueda para la habitación... los de Ikea se van a forrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario