jueves, 16 de mayo de 2019

De vita

Mi vida son los muros que hablan mirándome por encima de la cornisa; es la tierra parlanchina que viaja entre los surcos de mis dedos, que se esconde bajo mis uñas. Mi vida es un par de botas gastadas, que dan sus últimos suspiros a cada paso, unos pantalones desteñidos, una camiseta testigo, víctima y compañera de fatigas; es una emboscada al estrato de las 8.30.


Mi vida es un catálogo de cerámicas, el barro de otras vidas rotas, reconstruidas, ajadas, puestas y recompuestas. Pedazos marcados con temblorosos números en tinta indeleble, errores borrados con disolvente, superficies químicamente carcomidas. Mi vida es una montaña de pedazos para siempre inertes, primorosamente amontonados en cajas, clasificados, etiquetados, dibujados, olvidados.


Mi vida es una colección de silencios. Los guardo, los atesoro con todas las palabras que nunca salieron al mundo físico, y con las que naufragaron justo antes de alcanzar la orilla de tu oreja. Mi vida es un vinilo al que no llega la aguja, una colección de vacíos en movimiento, de sabores escondidos bajo tierra. En este convento de de sombras, soy el eco de mis pasos.

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